lunes, 26 de octubre de 2009

City of God

Bulen Dinken

En particular ésta lectura me gusto mucho por la forma en la que desglosa los referentes y relaciones de poder de la película Ciudad de Dios.
Perfectamente uno se puede ceñir al estado natural Hobbesiano, para describir la dinámica de ésta favela.
En ciudad de dios uno no habla de ciudadanos, el zoon politikon (animal político) Aristotélico no existe. En la favela, la comunidad no se articula con el resto de la sociedad a través de normas y preceptos de legalidad política. El Estado es una figura ausente de todo poder, de toda legalidad y legitimidad dentro de la lógica de la favela.
El orden interno de ésta favela se articula en la imposición de la voluntad de ciertos líderes despóticos, tiranos que a su vez se exentan así mismos de toda norma (como bien lo exponen los diálogos platónicos) y que consiguen y legitiman su poder a través de la violencia.
La favela de Rio se vuelve un universo paralelo que crece y se reproduce con canones diferentes al ideario político.
En ciudad de dios no hay ley, pues es el deseo de transgredir la ley la que promueve y alienta todas las acciones. La excepción de la regla, es la regla misma.
Son los antagonismos simbólicos lo que le dan balance a la estructura de Ciudad de Dios la combinación entre este y oeste, una mezcla de lo moderno con lo autóctono. El estado natural de la sociedad, dentro de un cuerpo político.
Es el estado a través de la corrupción, la vejación constante , la exclusión y la desigualdad el que propicia la creación de estos mundos que no lo reconocen pero que son parte de él.
Históricamente la ciudad ha sido imaginada como un espacio encerrado que está demarcado por paredes que delimitan el espacio público del privado, limites de inclusión y exclusión. Estos límites también son trastocados dentro de la favela.
Una de las características del poder es que dentro de sí tiene el poder dual de liberar y a su vez de restringir. En ciudad de Dios esta propiedad del poder está determinada de nueva cuenta por los líderes de las bandas. A las personas de la favela se les confiere la condición de inclusión-exclusión de unos y otros sistemas, simultáneamente, pues nada es fijo y todo cambia conforme la balanza se confiriéndole poder a uno u otro tirano. Como expresa Bordieu “El poder simbólico es la imagen a través de la cual se construye la realidad social. Sin embargo ese capital simbólico solo existe en los ojos de los otros”.
Al ser un hibrido de diversas concepciones fácticas y simbólicas, ciudad de dios se convierte en un campo biopolítico, en donde el estado salvaje y el ultimátum Hobbesiano se hacen realidad “el hombre es el lobo del hombre”.

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