domingo, 6 de diciembre de 2009

The return of the sweatshop.

Edna Bonacich.

Estados Unidos es un gigante comercial, el primer socio productivo del mercado y el de mayor importación y exportación del mundo. Siempre a la vanguardia en todas las esferas productivas, por tanto la industria de la moda no podía ser la excepción.
Empero dentro del entramado económico es necesario que lo que posee uno lo carezca el otro. Los Estados Unidos son una potencia económica, productiva y financiera a costa de la pobreza de otras naciones y no sólo eso, pues la desigualdad dentro de sus propias fronteras cada día se hace más palpable, haciéndole fortuna a un sector estrecho en detrimento de miles o hasta millones de personas.
Uno de los mayores ejemplos de la disparidad económica lo representa los Ángeles, ciudad que promete una forma idealizada de vida que a su vez es centro de entretenimiento y de estilos, pero que logra tener dicho status quo gracias a la explotación de gente de bajos recursos.
El sur de California es uno de los íconos de la moda, industria que es alimentada por las maquiladoras. Los Ángeles en específico, se ha convertido en una ciudad productora de maquila gracias a sus condiciones poblacionales (alta tasa de migrantes) y a su tradición de no asociación (no hay sindicatos) permitiendo la explotación patronal.
Se debe comprender que la maquila es sustentada a través de los talleres de explotación. Fabricas que generalmente no cumplen con las condiciones mínimas que requiere una persona para mantener una calidad de vida digna y por ello es que la industria se ha vuelto tan prospera pues los salarios suelen ser muy bajos, mientras que las jornadas laborales son extenuantes.
En Estados Unidos había desaparecido la maquila gracias a la unión de trabajadoras que para inicios del siglo XX se organizaron en contra del maltrato y las condiciones inhumanas a las que eran sometidas, el Estado de Bienestar así como la sindicalización permitieron dar mejor vida a las mujeres maquiladoras. Sin embargo y a pesar de estos cambios y de haber abolido parcialmente esta industria como se le conocía, la maquila regreso para la década de los 70`s auspiciada y fomentada en el contexto de la globalización. Pues la reaparición de los talleres clandestinos es una característica del nuevo capitalismo global.
Con el regreso de las nuevas maquilas se abrió una era de producción masiva y de competencia voraz. Los Estados-Nación a favor de la industria han bajado los salarios laborales así como también han encarecido las organizaciones laborales (sindicatos) dotando de inmunidad a las empresas que explotan a los obreros.
En el caso particular de los Ángeles uno de los factores por el cual la ciudad cuenta con mano de obra barata es la inmigración, pero no inmigración de tipo legal sino gente que carece de un estatus legal para residir y trabajar en Estados Unidos y que por lo tanto no tiene las herramientas necesarias para obtener otro tipo de trabajos mejor remunerados.
El segundo factor como ya se había mencionado es la profunda tradición de disgregación de los Ángeles, la falta de cultura de asociaciones y de organización laboral, ha permitido que se inserte un sistema de producción flexible; esto quiere decir que ya no es necesaria la concentración de los trabajadores dentro de una fábrica sino que se implementa el sistema de ensamblado en casa; con lo cual las empresas se evitan de dar prestaciones o condiciones adecuadas de trabajo. Elemento que ha facilitado la producción en masa.

La industria de la moda es de las más rentables pues se sustenta en uno de los principios básicos de ésta economía capitalista: el consumismo masivo. La agresividad con la que ésta industria pisotea a la gente es debida gracias a la demanda de la gente de tener más. Una de tantas incongruencias de nuestro sistema.

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